lunes, 5 de octubre de 2009

¿Es posible que cuando nos enteramos que alguien está interesado en nosotras nos empiece a gustar?

Esta situación surge de la soledad. Cuando una está sola se siente que le falta algo, podemos salir con amigos, reirnos, pasarla bien, pero algo falta...
De repente, una noche, como quien no quiere la cosa, salimos, relajadas, con cero expectativas, como viene siendo desde hace unos cuantos meses. Nos decimos: "esta noche no tiene porque ser distinta". Pero, tal vez, en esa tranquilidad, en esa postura relajada de no buscar nada porque creemos que ya nada podemos encontrar, a alguien le llamamos la atención.
Un par de días después te comentan lo que pasó y ¡vaya sorpresa! no lo crees ni ahí. Ni habías reparado en esa personira que sin decirte nada, pero en otro ámbito declaró su interés.
No crees, o no queres creerlo, porque tenes miedo de salir lastimada de nuevo.
Pero, empezás a indagar, no podes evitar que te llame la atención y admitis que tu curiosidad se está despertando. Averiguas qué le gusta, cómo piensa, cómo siente, etc., etc...
Te volviste, sin querer, una máquina de buscar la forma de hablar del tema, sin ponerte en evidencia obviamente...
Cuando te queres dar cuenta, ya estás interesadísima, no lo admitís, pero si.
Se lo contas a todos, porque no salís de tu asombro, y tus amigas te incentivan para que te arriesgues, para que pruebes, para que te des otra oportunidad.
Un día te encontrás planteandote la posibilidad de que este candidato entre en tu vida, y esa es la demostración fehaciente de que realmente te interesa.
Ahora lo que resta es que en otra salida se anime, o te animes y ojalá que sea con suerte.
¿Quién dice? A lo mejor de estar sola y tan descreída, alguien pasa a ser parte de tu vida y ¿por qué no? nazca una nueva historia de amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario